“…el pájaro, impreso en el ojo del cazador, se vuelve el cazador mismo en el ojo de la bestia” (Saint-John Perse)
martes, 25 de septiembre de 2012
domingo, 23 de septiembre de 2012
Sillón Voltaire para Max Pinedo
¿Qué libros recuerdas con gratitud?
Ben hur, Scarface, Los Intocables, Mi pie izquierdo, Escape de Sobibor , 1984, Braveheart, Luna de hiel, Contra el viento,
9 reinas, Voces inocentes, Amores perros…
El primero que cayó en mis manos: Los heraldos negros. Tenía 6 o 7 años
cuando mi padre me lo trajo. Era una edición del diario La Tribuna… y El Conde de Montecristo, primero me lo
relató mi padre y yo le exigí que me lo comprara; nunca lo hizo, pero cada que
lo veo en alguna vitrina me trae mucha nostalgia. Luego entrando a la adolescencia, una voluntaria del pabellón
de Quemados del Hospital del Niño al ver que me devoraba todo lo que había en
ese lugar para leer, se apiadó de mí y me regaló varios libros de Julio Verne y
Sir Arthur Conan Doyle. De Verne me encantó A
través de la estepa aún tengo ese libro… ya está viejo.
¿Cuál es tu mayor
virtud?
Creo que no hay mucha distancia entre una virtud y un defecto; olvido y perdono
muy rápido, no doy tregua a mi orgullo.
¿Cuáles son tus
películas favoritas?
Ben hur, Scarface, Los Intocables, Mi pie izquierdo, Escape de Sobibor , 1984, Braveheart, Luna de hiel, Contra el viento,
9 reinas, Voces inocentes, Amores perros…
¿Qué canciones
relacionas con momentos importantes de tu vida?
Mujer Hilandera de Jueaneco y su Combo, La Medallita del Cuarteto, Mi
Tallercito de Los Shapis… Salta Yanasita del Hibarito de la Selva, Flores
Negras de Julio Jaramillo, Amor Sublime de Kike Vega… Me traen recuerdos de mi infancia, mi padre
escuchaba las músicas de la selva y mi madre pasillos, mi memoria está muy
cargada de esas imágenes…
¿Cuál es tu
superhéroe favorito?
Mi padre.
¿Si fueras un
personaje literario quién te gustaría ser?
Edmond Dantès
¿En qué has
gastado más de lo debido?
En libros. Jamás regateo un libro. Soy el más ingenuo de los compradores.
Mis amigos pueden dar fe de ello… y en cerveza.
¿Qué talento te
gustaría tener?
No me voy a ir de este mundo hasta aprender aunque sea algunos acordes de
guitarra…
¿Quién o quiénes
son tus cantantes favoritos?
Voy a caer patético y pesado pero estos son mis cantantes favoritos:
En chicha: Julio Simeón “Chapulín el Dulce”, Carlos Morales, Víctor Carrasco Tineo (Vico), Wilindoro Cacique, Lorenzo Palacios, Jhony Orosco.
En salsa: Héctor Lavoe, Joe Arrollo, Frankie Ruiz, Óscar Quesada. e
En Rock: Hernán Condori “Cachuca” tiene un disco llamado “7 ensayos de cómo cantarle al Perú”, es lo más genial que he escuchado de Cachuca. Reúne las características, platos típicos y costumbres de todos los lugares del Perú. Enrique Bunbury, Gustavo Cerati, Miguel Abuelo, Calamaro, Charly, Ceraty , Fito Paez,
Trovas: Nacho Vegas, León Gieco, Sabina.
Otros géneros: Phil Collins, Thom Yorke, Robert Smith, etc.
En realidad escucho de todo, nunca me hago problemas con la música, como todo buen representante de la transculturación…
¿Cuál fue el mejor
concierto al que asististe en tu vida?
Al que jamás voy a ir… Michael Jackson.
¿Cuál es tu comida
favorita?
Difícil, tengo la tradición amazónica y la norteña. He comido rico
siempre. Pero voy a escoger una de cada una. Tacacho con cecina por la selva y
seco de chabelo por el norte.
¿Cuáles son los
lugares románticos que te traen gratos recuerdos?
Los recuerdos son gratos. El caso es que no quiero recordar. Estoy en
proceso de olvidar esos gratos recuerdos porque se están volviendo nocivos
contra mi salud.
¿De qué te sientes
verdaderamente orgulloso?
De mi familia.
¿Qué dibujos animados recuerdas con nostalgia?
Ultraman, Los Thundercats, Los Transformers,
Astroboy, los dos últimos dibujos animados que vi con una ansiedad muy loca
fueron Los Supercampeones y Dragon Ball.
Si hubiera una reunión y te pidieran a tres
invitados importantes, ¿a quiénes elegirías?
Joyce, Pirandello, e Ítalo Calvino
¿Cuál ha sido tu mayor extravagancia?
Hacer el amor en una piscina…
¿Qué libros te
gustaría recibir el día de tu cumpleaños?
Siempre pido que me regalen El
Ulises y nadie lo hace.
¿Alguna vez
robaste un libro?
He robado varias cosas, menos libros.
¿Cuáles son tus
flores favoritas?
Las rosas; hablando de robar cuando estaba en el colegio y tenía que
llevar algo a mi enamorada y no tenía plata, me metía a los jardines que tenían
rosas y las cortaba hasta tener un ramillete… he pasado varias peripecias con esto,
me han correteado por cuadras… pero a mi enamorada le gustaba este detalle y
decía que era un loco… más adelante cuando mi economía mejoró ligeramente igual
las robaba… se me había quedado la costumbre… ahora no las robo porque no tengo
a quién dárselas…
¿De no haber sido
poeta, escritor o artista plástico, qué crees que hubieras sido?
Ingeniero electrónico… aún guardo la esperanza de lograrlo.
Max Pinedo (1981)
Egresado de la escuela de literatura de la UNFV. Se desempeña como
docente, dramaturgo, editor y promotor cultural. Ha publicado en diversas
revistas del medio local. Sus creaciones dramáticas han sido publicadas en la
revista: Los poetas del 5 - Venezuela y Antologado en el libro Poesía cuentos y
voz (Buenos Aires) actualmente es militante del Movimiento egoísta y coeditor
de la revista EGO/ísmo, órgano difusor de las propuestas del grupo contra el
mercado global, el poscolonialismo y la reproductibilidad técnica en el arte.
Tres barras; una mujer y un tabique roto es su primera publicación; componen
esta trilogía teatral las obras que el autor ha puesto en escena en los últimos
4 años: ¡Sentenciados! (2008) Alma Artificial (2010) y Resistencia a la locura (2012).
jueves, 20 de septiembre de 2012
Un teatro para «vísceras pensantes»: «Resistencia a la locura» de Max Pinedo
“No hay actividad humana de la que pueda excluirse
to
da intervención
intelectual: no se puede separar al homo
faber del homo sapiens. Al cabo, todo
hombre, fuera de
su profesión,
despliega alguna actividad intelectual, es
un filósofo, un
artista, un hombre de buen gusto, participa de
una concepción del
mundo, tiene una línea consciente de conducta
moral y contribuye,
por tanto, a sostener o a modificar una concepción del
mundo, o sea, a
suscitar nuevos modos de pensar”
Antonio
Gramsci
I. Locura, representación y marginalidad
Fue el S. XIX, la época, en donde se dio una definición a la locura como
un signo que pudiéndolo padecer cualquier hombre o mujer, delatara en sus
acciones, comportamientos inusuales dentro de lo permitido. Antes de dicha
fecha, la locura era algo inconexo con la medicina que terminó estando asociada
a enfermedades, creencias demoníacas y confusiones en enfermos de epilepsia,
que como resortes, samaqueaban sus cuerpos y se veían luego de pasado el shock,
asombrados, bajo acusaciones que en el Medioevo se relacionaban con la brujería
y por ende, se castigaba con la muerte.
Fue en esta época, en donde los códices religiosos imperaban y el poder
le pertenecía a un sector específico de la sociedad que apareció el Gargantua
y Pantagruel[1] que, estudiado años después,
bajo la atenta mirada de la crítica, nos hiciese reflexionar acerca de la
intencionalidad que han tenido los creadores de poner de manifiesto las
prácticas culturales de sectores subalternos, muy a pesar de la época y muy a
pesar de lo permitido.
Durante el Renacimiento, la locura terminó siendo un arma de doble filo
que permitió a los autores que tocaron dicho tópico, elaborar críticas desde un
discurso totalmente diferente. No era entonces la razón el único discurso desde
donde se podía entender el mundo y ello conllevó a que bajo la duda el hombre
pudiera tocar temas como su propia existencia, elaborando nuevas lecturas,
muchas de ellas satíricas de su propio ser. La literatura dejó el periodo
oscuro del Medievalismo y el paradigma renacentista trajo consigo nuevos aires.
Es famoso, por ejemplo, encontrar textos donde se plantea una sátira hacia la
razón como método genuino de conocimiento. En el ensayo cabe señalar a Erasmo
de Rotterdan con Elogio a la locura; en el teatro, el Hamlet de
Shakespeare, que mostraría además un nuevo mecanismo que cualquier personaje de
Moliere o Moratín, hubiesen detestado: la indubitable duda.
El planteamiento de dichos autores al tocar temas nuevos se debió en
parte a que el contexto renacentista permitió que la cultura empezara a
manifestar discursos que anteriormente no fueron tomados en cuenta. Los
escritores, por ejemplo, ya no solo eran los sujetos de la clase dominante sino
que buscaban ahondar en sus culturas sus propias inquietudes e intereses. Sus
nuevos planteamientos no son sino el resultado de los temas que en el Medioevo
fueron marginados y mirados con poco o ningún interés. En definitiva, se puede
observar que desde cualquier representación literaria, léase teatro, ensayo o
crítica, los discursos emergentes han sido esa otra vuelta de tuerca por la que
se ha manifestado la cultura popular, ajena a esferas de poder y a instancias
de control.
Ese otro discurso, anticanónico y atípico que siempre existió en la
literatura ha transitado muchos años a lo largo de la historia y ha pertenecido
sometido a paradigmas culturales que pertenecen al canon[2] al
cual poco parece interesarle estas manifestaciones que se han organizado con la
sola intención de poder expresarse.
II. Intencionalidad y propuesta
II. Intencionalidad y propuesta
La obra en mención, quizá represente, como lo señalábamos líneas arriba,
todo ese malestar que han sentido muchos autores de querer ver representado su
mundo bajo su propia concepción y no bajo difusas miradas. Max Pinedo, así lo
sabe y no intenta develar misterio alguno sino manifestar su propuesta de no
pretender coincidir con lo preestablecido.
Lo que él llama como la «estética de la mezcla»[3] termina
siendo a un nivel pretextual, la propuesta de un teatro marginal que utiliza el
tema de la locura como un pretexto diegético sobre el cual apoyar su discurso.
No obstante y he aquí lo interesante de la obra es que dicha marginalidad se
sirve de ciertos mecanismos con el fin de obtener la atención de un público
ajeno a una práctica cultural diferente.
Al respecto cabe señalar que el «mundo letrado», se ha acercado a estas
nuevas formas de expresión popular y existen algunos válidos intentos por
abordarla. Pienso, por ejemplo, en el libro de Víctor Vich titulado «El
discurso de la calle» que se ha planteado la pregunta de cómo funciona la
modernidad en el Perú a partir a partir de una lectura teórica de la producción
simbólica popular y urbana. Vich utiliza como método la experiencia etnográfica
y su punto de enunciación se torna subjetivo. A diferencia con la propuesta de
Pinedo que aborda un discurso marginal desde un punto de enunciación claro y
una cultura de la cual él es parte, Vich termina siendo esa otra mirada
simbólica hacia una cultura que despierta su interés por el exotismo que
le despierta y le genera. No obstante, la propuesta teórica nos sirve para
demostrar los mecanismos que utiliza la parte creadora que no puede sostener su
propio discurso por mera intención, sino que debe hacer uso de otros sistemas
que no son parte de la cultura «letrada». Recordemos, para finalizar, que los
cómicos ambulantes de Vich se sirvieron de la televisión para difundir y hacer
saber su discurso con la intencionalidad de mostrar su práctica cultural, Así,
por ejemplo, Pinedo hace uso de espacios de discusión, para difundir y
despertar el interés de los espectadores acostumbrados a un teatro
normativista, de lo contrario, nos preguntamos, ¿qué otro espacio utilizaría
para hacer saber su propuesta?
III. El inevitable escape
a la teoría
«Resistencia a la locura» es una tragedia en el sentido estricto en el
que la define Aristóteles[4], es decir, una
representación teatral que nos muestra el tránsito que debe recorrer el
personaje principal, en este caso Fer, marcado por el amor/dolor hacia Elvira,
a quien se muestra desde el inicio como una mujer agobiada por el abuso sexual
que ha sufrido y que simboliza la herida que no ha cicatrizado en ella.
El recorrido de Fer tendrá un largo tránsito para poder llegar al estado
de purificación, física, corporal, mental, que Aristóteles denomina catarsis.
Ahora bien, siguiendo la lectura de La poética observamos en
«Resistencia a la locura» que la manera como se cuenta la historia, lo que
Aristóteles denominará como fábula, está presente desde el inicio
de la acción, pues existe la construcción de los hechos ordenados de manera
verosímil y con coherencia que en términos lógicos de causa – efecto, permiten
ordenar la trama sin dislocamientos que la perturben.
Cada cuadro/escena en «Resistencia a la locura» no abusa del acto de
contar, sino que muestra pequeñas piezas que el espectador deshilvana a medida
que empieza a develar el misterio que plantea. La historia entonces va tomando
claridad y nos enteramos de la vida entregada a las pasiones que posee Fer
junto a su amigo de toda la vida, Pablo. Ambos personajes, castrados de poder y
control por sus respectivas esposas. A su vez, Elvira y Magdalena, respectivas
esposas de Fer y Pablo, son mujeres que manipulan a sus parejas ya sea directa
o indirectamente. En el caso de Elvira, a través de los sueños/pesadillas y en
el caso de Magdalena a través de frases que muestran a una mujer que prioriza
el cuerpo y lo disocia del amor. Un ejemplo de lo señalado se encuentra en el
acto II donde se le oye decir a Elvira: «juro que si me engañas, te corto el
pájaro, la lengua y las manos, para que no sientas placer con una perra» Nótese
que Magdalena no le ha dicho a Pablo el socialmente establecido «Juro que
terminamos», sino que lo desposeerá de su miembro viril, pero aún poseerá el
cuerpo. Podemos inferir al respecto ya a nivel textual, que ella no ama a Pablo
sino tan solo es su sujeto de deseo. En pocas palabras, se deduce que ella no
siente que está perdiendo a Pablo porque él esté con otra mujer, sino que
siente que está perdiendo a Pablo porque él ha consumado su acto y no solo ha
mirado, sino que ha tocado y ha poseído a otra mujer que no es ella. Ahora
bien, en este mismo nivel de interpretación, si partimos de la carga
significativa que posee el nombre de Magdalena podemos sospechar que no es una
simple coincidencia que bajo ese nombre ella esté asociado al sufrimiento y al
dolor, que no son otra cosa en la presente obra, que el amor.
Paralelamente a estos personajes se encuentra el padre y el padrastro
quienes encierran una pisca de misterio dado que son ellos los que advierten a
Fer que lo que está viviendo es algo repetitivo. Por ambos, nos enteramos de
una infidelidad, tema transversal de la obra, que es narrada por ellos sin
contemplaciones ni remordimientos. Su único objetivo desde su aparición es
advertir a Fer de un final aciago y catatónico. Nada los obliga a estar al lado
de Fer sino salvo esa advertencia que en la parte final de la obra se devela
con un giro previsible y que pudo manejarse mejor para llegar a esa catarsis
que llega al final casi como única solución de cierre.
Lo denominado por Aristóteles como peripecia también se observa en
«Resistencia a la locura» cuando Fer pasa de la dicha al infortunio. Pablo,
llevando una vida de casado con Magdalena, sale por las noches con Fer del cual
termina enamorándose. Los secretos le serán entonces develados a Elvira quien a
través de un e-mail que Pablo le escribe a su esposo se
enterará entre otras cosas de la vida nocturna que ambos llevaban y de la
opción sexual de Pablo que compromete indirectamente a Fer.
Siguiendo a Aristóteles, la agnición tampoco queda de lado dado y está
presente cuando Magdalena sale del paso de la ignorancia al conocimiento.
Magdalena tal y cual lo anuncia en la obra cumple con lo prometido y le cercena
el miembro a su pareja. Elvira, por su parte, se venga de Fer, siéndole infiel
a sabiendas de su esposo quien contempla en ella a su objeto de deseo. Es
curioso el giro que da la obra al respecto puesto que ahora que ella ya no le
es fiel, Fer la ama y Elvira ha pasado a convertirse en una de las mujeres que
él siempre frecuentó, esa extraña relación entre ambos desencadenará en la
debacle de un personaje que observamos mórbido y a punto de perder la razón.
Llama la atención así mismo, a nivel intertextual, la semejanza que se observan
entre estos dos personajes y los de Roman Polanski en la película titulada
«Luna de hiel».
En general, los personajes en «Resistencia a la locura», son seres
entregados a sus vicios y a sus defectos, personas que han encontrado en su
resistencia la mejor manera de no caer en la sinrazón. Y es que la resistencia
a la locura termina siendo, en el fondo, la resistencia de ciertos seres
incapaces a transgredir sus sentimientos, salvo uno, el sujeto marginal, Pablo,
quien es el único capaz de mostrar lo que es, sin miedo al qué dirán. Así como
hemos señalado que Pinedo pone al teatro en función a su discurso, así también
cabe agregar que el autor no se olvida que sobre cualquier postulado la obra cuenta
una historia y esta decisión de mostrar a Pablo bajo ninguna resistencia
demuestra en la práctica su propuesta discursiva.
Para finalizar quisiera agregar tres conclusiones. La primera es que no
es curioso que su autor a pesar de desarrollar un «teatro marginal» utilice
esferas de difusión. Muchos sectores marginales para subsistir han tenido que
utilizar los mecanismos habidos y por haber para manifestar su postura. La
segunda es que a pesar que el autor señala realizar un teatro marginal, la
estructura de la misma es una composición aristotélica y lo señalado líneas
arriba demostraría ese inevitable escape a un patrón que ha regido al teatro.
Pinedo, no rechaza la teoría en sí, lo que rechaza es a los críticos que no
pueden ver más allá de lo que sus ojos le permiten. Como tercera y última
conclusión quisiera finalizar señalando que «Resistencia a la locura» es en el
fondo la resistencia al amor/dolor, la inexacta expresión del deseo que
destroza y sacia a los amantes. Una obra que como lo decía Gramsci, ayudará a
sostener o a modificar una concepción del mundo, o sea, a suscitar nuevos modos
de pensar.
[1] El libro que hago alusión es “La cultura en la edad Media y el
Renacimiento” de Mijail Bajtin
[2] Para más referencias revísese «El canon occidental» de
Harold Bloom.
[3] «A
simple vista [mis personaje] dan la impresión de ser apolíticos, pero su
comportamiento demuestra lo contrario, ellos buscan al legitimar una nueva
forma estética que surge desde la marginalidad y se comporta de manera muy particular,
a este fenómeno yo lo llamo estética de la mezcla, que es totalmente
reaccionaria». Prólogo de “Tres barras, una mujer y un tabique roto” (Delfín
rosado, 2012)
[4] “La tragedia [es] imitación
de una acción esforzada y completa, de cierta amplitud, en lenguaje sazonado,
separada cada una de las especies en las distintas partes, actuando los
personajes y no mediante relato, y que mediante temor y compasión lleva a cabo
la purgación de tales afecciones”.
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