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Este
primer apartado es inevitable no dejar de comentarlo, pues si que te publiquen
-como lo señala Guevara- es difícil, que te reediten es imposible, pero a veces también es una necesidad. Eso sucedió con Retorno a la creatura, libro ganador del premio José Santos Chocano en 1955 el cual vio la luz en la ciudad de Madrid en 1957, gracias a la Cooperación Intelectual.
-como lo señala Guevara- es difícil, que te reediten es imposible, pero a veces también es una necesidad. Eso sucedió con Retorno a la creatura, libro ganador del premio José Santos Chocano en 1955 el cual vio la luz en la ciudad de Madrid en 1957, gracias a la Cooperación Intelectual.
Se
ha hablado mucho del silencio poético en la poesía de Guevara, a la luz de los
años y después de barrida la arena del tiempo advertimos que esos 28 años son
anecdóticos frente a los 57 imponentes años que tiene Retorno a la creatura recientemente reeditado por la editorial
Vivirsinenterarse, el mismo es un libro fundamental dentro de la poesía peruana para
comprender los cambios importantes en la poética individual del autor así como para
comprender la influencia que ejerció en la poética colectiva de las siguientes
generaciones. No sabemos si Guevara lo sabía pero su preocupación individual
conllevaba cierta preocupación grupal, generacional, de tradición. Y si
hablamos de tradición es indiscutible que uno de los poetas del 50, sin sentirse parte de dicha generación, fuera una pieza
clave en el cambio de registros y aperturas a voces anglosajonas en un etapa en
donde la llamada Generación del 50 atendía sus gustos en la poesía de la
Generación del 27 y específicamente en poetas como Lorca, Cernuda y Machado que aunque Guevara nunca desmereció jamás sintió que habían influenciado en
él. A cambio, la tradición por la que Guevara apostaría sería la de Bretón,
Eluard y Apollinaire: “Esa corriente siempre me pareció más importantes que la
hispana. Mis críticos dicen que luego pasé a la poesía inglesa y de eso sí
estoy consciente, lo que pasa es que yo ya escribía poemas con un alto valor de
prosa crítica que es lo que caracteriza a la gente como Eliot”.
Pero
no nos adelantemos al Guevara elotiano, ese Guevara, artista iconoclasta y maravilloso
que en palabras del crítico Ricardo Gonzáles Vigil da muestra de sus intereses y
de sus exploraciones poéticas en La
colisión, un libro “vehemente, casi incontrolable en su aliento dinamitero
ideológico y estilístico”. Es importante tener como cúspide La colisión porque viendo el viaje no
hacia adelante sino como una retrospectiva podríamos señalar que el primer
libro de Guevara es pieza clave que nos permite ver la construcción de un
artista y las preocupaciones propias de su época. Esas mismas preocupaciones no
dejarán de estar presente en sus siguientes libros desde un discurso que
critica a la hegemonía y a sus superficialidades. Dicho de otra manera, es difícil
no dejar de encontrar en la voz de Guevara una clara intención de
descentrar los centros de poder y cuestionarlos, desmantelarlos del moho de su
conformismo y evidenciarlos usando alegorías; quizá la forma en Retorno a la creatura dista mucho de
otros libros del autor, pero a nivel de fondo encontramos la misma mecánica, la
crítica reflexiva que en Eliot y unido a la influencia de Pound hará de este
primer poeta un autor no con mayor profundidad pero sí a un autor capaz de
articular varias aristas dentro de su poética. Por ejemplo en los poemas de su
primer libro se busca dar cuenta de los espacios como mecanismos de control y
poder como cuando en el poema “Dos monarcas” el pescado abandona su reino, un
reino ajeno al yo lírico que los une por ese instante y que lo hace reflexionar
en la nostalgia que ha de sentir ese pescado extrañando al mar y que nos
devuelve en la contemplación de la mirada el reflejo de cuán solo se encuentra el hombre que tiene entre sus manos un pescado pero que se encuentra sin el
amor para terminar refractándose en nuestra mirada descubierta y plagada de la
misma soledad. Nosotros como lectores vemos la escena y por un instante
ese pescador nostálgico y reflexivo nos delata cual espejo. El poema finaliza con un rotundo verso que
pareciera transportar nuestros cuestionamientos “si sonara el amor, extenso
como el mar” dice el poema y entonces advertimos la genialidad
de Guevara de haber echo del poema un momento en donde nos reconocemos todos. Esa inevitable soledad del ser es la misma que en La colisión se plantea con la alegoría
del iceberg a punto de ser colapsado por el Titanic que representa a la
sociedad o quizá al grupo de personas solitarias que encarnan dicha soledad.
En
1965 cuando Guevara ya había publicado Los habitantes (Madrid, 1963 - Lima, 1965), su
producción ya era considerada próxima al simbolismo, en palabras del crítico
Alberto Escobar era una poesía aquella “de exuberante despliegue
metafórico” que apelaba a símbolos. No se equivocaba Escobar al señalar la
búsqueda en imágenes del joven Guevara que en su primer poemario gozaba de un impulso
lírico impresionante, recordemos que en este poemario yace la elegía al
padre, titulada “Mi padre, un zapatero” que mereció una tesis universitaria del
profesor Armando Zubizarreta y que es un poema de profunda reflexión donde el yo
poético evoca a un sujeto libre en otros tiempos el cual además no se encuentra
atado a nada ni a nadie lo cual le
permite estar “navegando en el patio” en compañía del “amable licor como
un reino sin fin”. Guevara parece querer jugar con la metáfora de la madurez
como un despojo del ímpetu y la producción que nos acerca a nuestro propio fin,
posada la nieve sobre nuestras cabezas somos objetos tan deleznables “como una
cosa usada, un zapato o un traje”. Entonces advertimos lo que el poeta quiso
hacernos pensar que no es otra cosa en cómo el sujeto en una época posmoderna o
de capitalismo tardío es visto como parte intercambiable de la gran máquina de
la modernidad que nos anuncia desarrollo y solo trae destrucción y caos. Esta misma
metáfora nuevamente aparece en La
colisión y ahí radica la importancia de Retorno
a la creatura, y es que gracias a este libro podemos ver el impulso lírico inicial
de un poeta omnívoro que hoy después de 11 años de fallecido seguimos leyendo y
del cual seguimos aprendiendo como si el silencio en su poesía fuera su propia
poética o una enseñanza, y es que parece que con su primer libro Guevara se hubiera
propuesto tejer sin saberlo conscientemente una ópera silenciosa que devendrá
en un témpano poblado de poetas peruanos. En el esquema de Guevara lo poético
expulsa de su seno a aquello que no lo es. Lo hace a través del silencio, pero
también a través de la propia forma.
Pablo
Guevara el disidente de la Generación del 50 como señala Alfonso Rabí Do Carmo
fue uno de los autores con una de las obras más radicalmente personales de los
cincuenta. Su Retorno a la creatura en palabras de Javier Sologuren posee una
“pareja y alta vibración lírica” del que no solo destaca el poema ya mencionado sino también “Poesía”, “cuya misión exalta por ser dispensadora de
una plenitud de amor y belleza”, sean estos versos testigos de lo afirmado hasta aquí.
No importe el halcón en el techo
devastado
Ni el rostro sombrío del odio tras el
vidrio,
Si son tus ojos mi luminosa angustia,
Tus labios, la única verdad de cada
día,
En todo corazón inexplorado
Las ternuras de tu continuo amor
Sobre mis tierras.
Bibliografía
Araujo, Óscar (2001). El difícil camino del
cine y la poesía (Entrevista con Pablo Guevara). La Casa de Cartón 23, pp. 2
Lauer, Mirko (2001). La colisión: La ópera
marina en cinco actos de Pablo Guevara. La
Casa de Cartón 23, pp. 12-13.
Paz, Miguel (2001). Pablo Guevara y la
revelación de su lenguaje. La Casa de
Cartón 23, pp.18-19.
Rabí Do Carmo, Alonso (2001). Pablo Guevara,
Hotel del Cuzco y el hombre contra el poder. La Casa de Cartón 23, pp.10-11.
Sologuren, Javier (2001). La poesía de Pablo
Guevara. La Casa de Cartón 23, pp.
8-9.
Vigil, Ricardo (2001). Pablo Guevara, el
explorador. La Casa de Cartón 23, pp.14