Sería fácil mencionar la gran verdad que el volumen 1 de Teenage Mutant
Ninja Turtles es una obra maestra, primero porque ello ya se ha dicho, y
segundo porque el motivo de esta reseña con muchos años de retraso tiene
razones justas en su demora y llega, o así lo imagino, como el monje tibetano
que aun sabiendo que su templo es el más bello decide volver a contemplarlo
solo para entrar en él, pero de una forma diferente. Por tal motivo, otras son
las razones que me mueven a escribir sobre este primer volumen, la primordial,
hacer que los niños que fuimos volvamos a las tortugas a través de la lectura y
habiendo leído el cómic nos demos cuenta que cuando se habla de ellas no solo
estamos hablando de una historia llena de nostalgia y colores, no señores, estamos
hablando también de una propuesta revolucionaria en todo el sentido de la
palabra y me parece que desde esa posición firme y contundente podremos empezar
haciendo respetar una de las historias más importantes de los cómics
independientes. Un David que alguna vez se tumbó a un Goliat.
Definitivamente el volumen 1 es raro para una
generación que nació con las tortugas del 87, llenas de colores y aventuras que
hicieron que nuestra infancia sea una de las mejores. Recuerdo que por aquellos
años los cómics que vi eran de DC, descontinuados casi siempre y por lo general
de Superman. Por lo tanto, soñar en ver a una editorial como Mirage Studios
colgada de un puesto de periódico era una utopía, los puestos tenían separado
entonces sus titulares y estaban, esos sí continuados, llenos de coches bombas
y atentados. No se trata aquí además de empezar a hacer comparaciones entre el
dibujo y el cómic; es primordial entender que los dibujos que vimos de pequeños
son una adaptación con una cuota de violencia reducida a la enésima potencia. A
mi parecer, la mejor manera de valorar la historia original es
contextualizándola. Todos sabemos que Eastman y Laird hicieron algo que el
público nunca se esperó, es decir, hacer que dos completamente desconocidos se
alejaran de propuestas estereotipadas propias de modelos predefinidos. En ese
sentido, es la crisis económica y por ende creativa la que dejará espacio y
libertad para que propuestas como la de ambos tomara un espacio que no había
sido captado por nadie. La creación de Mirage Studios, una editorial
independiente y por ende modesta sería algo similar como lo que acontece en la
actualidad con las llamadas editoriales independientes peruanas, (que por
cierto existen) dicho de otro modo, es como que en la actualidad una independiente
se bajara en ventas al monstruo que es Randon House en el tema
libros.
Dicen que la distancia permite contemplar mejor lo que
se observa, si aplicamos ello en el cómic de TMNT cabe mencionar que la
historia gana más respeto aún si advertimos que su propuesta no es gratuita y
está plagada de guiños a maestros como Frank Miller y Jack Kirby. De hecho,
Eastman y Laird cuando deciden crear al personaje de Splinter estaban haciendo
una parodia al maestro de Dardevil de Frank Miller, así como cuando crean el
clan del pie estaban haciendo un guiño al grupo de ninjas presentes en el mismo
cómic. Esto en realidad no fue nuevo para los fans americanos que asociaron de
inmediato la referencia, la particularidad de TMNT radica en su propuesta
artística que además no fue algo buscado, sino que refleja la precariedad del
contexto económico de la época. Me gustaría entonces mencionar que aquí en el
cómic lo que encontrarán es una atmosfera totalmente lúgubre y no por ello
inferior. Al no haber bandanas de colores sus personajes solo pueden ser
reconocidos por sus armas, la historia de los dibujos aquella que cuenta que
Amato Yoshi se convirtió en Splinter es lejana y más cercana a la película de
1990 dirigida por Steve Barron. A su vez la historia del cómic es más humana y
carnal porque la rivalidad entre Oroku Saki, conocido por estos lares como
Destructor y Amato Yoshi se debe a que fue este último quien mató al hermano de
Oroku Saki de nombre Nagi cuando lo sorprendió agrediendo a Tang Shen, el cómic
hace una narración bella cuando señala: “El mundo de Yoshi se desvaneció en una
roja confusión”.
Y si esto no es poco para despertar la curiosidad de
cualquiera, ver la actitud que toman las tortugas para vengar al maestro de su
maestro es impactante, contemplar la relación laboral entre April O’Neill y el
doctor Baxter Stockman aturde. Los personajes se abren paso en medio de las
historias y van apareciendo los mouser así como Fugitoid y su conmovedora
historia son pequeñas primeras muestras que dan cuenta que Eastman y Laird la
tenían clarita desde el inicio y sabían a dónde apuntaban. También y para
perfumar el recuerdo como dice el vals aparece el mítico Volkswagen Classics
más conocido como la tortuvan con un propietario peculiar y un amague
argumental magistral sobre su posible y dudosa procedencia. No obstante,
aparece o mejor dicho aparecen los Triceratones y un viaje en el tiempo que
tendremos que esperar en qué acaba hasta la aparición del tomo 2 por parte de
la apuesta digna de aplauso de Deux Graphica Studio de quien diré a su favor
que no han llegado tarde a la reimpresión del cómic, en realidad fuimos
nosotros y nuestras peculiares circunstancias.
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